Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar y personalizar su experiencia y para mostrar anuncios (si los hay). Nuestro sitio web también puede incluir cookies de terceros como Google Adsense, Google Analytics, Youtube. Al utilizar el sitio web, usted acepta el uso de cookies. Hemos actualizado nuestra Política de Privacidad. Haga clic en el botón para consultar nuestra Política de privacidad.

La economía rusa se tambalea: crisis estructural y gastos de guerra

Rusia atraviesa una de las crisis económicas más profundas de su historia reciente. A más de tres años del inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, el país enfrenta un colapso fiscal sin precedentes, una inflación cercana al 10 %, crecientes problemas en su sistema bancario y un panorama de recesión inminente. El gasto militar desbordado, sumado al impacto de las sanciones internacionales y la caída de los ingresos energéticos, ha llevado a un punto crítico la sostenibilidad del modelo económico vigente.

Un déficit nunca visto en épocas de paz

A lo largo de los primeros siete meses del año, el déficit fiscal en Rusia sobrepasó los 61.800 millones de dólares, un nivel no alcanzado desde la crisis financiera global de 2009. Lo que resulta más preocupante es que el desfase ha superado en gran medida el objetivo presupuestario fijado para el año completo. Esta circunstancia pone de manifiesto el impacto del aumento del gasto público en el esfuerzo de guerra, junto con la caída de ingresos del Estado relacionados con las exportaciones de petróleo y gas.

El deterioro en las cuentas públicas ha sido agravado por la disminución de los precios del crudo y la depreciación del rublo en comparación con las principales monedas extranjeras. El aumento del valor del rublo —resultado del ajuste en la política monetaria— ha disminuido la rentabilidad de las exportaciones de energía, las cuales históricamente representaron alrededor de un tercio de los ingresos fiscales.

Energía: la fuente que se agota

Las ventas internacionales de petróleo y gas, base de la economía rusa, han experimentado una fuerte caída. En julio, los ingresos generados por la exportación de crudo alcanzaron aproximadamente 8.900 millones de dólares, evidenciando un descenso del 33 % respecto al mismo mes del año pasado. Al considerar el gas natural, la reducción supera el 27 %. Este declive se debe tanto a la disminución de volúmenes exportados como a la baja de los precios globales.






Texto Reescrito

Las medidas restrictivas aplicadas por las naciones occidentales y la presión sobre India —ahora el mayor importador de crudo ruso— han reducido las posibilidades comerciales del Kremlin, forzándolo a enfocar su producción hacia mercados de menor rentabilidad. El intento de reemplazar a los clientes europeos con asiáticos no ha logrado equilibrar las pérdidas, y la dependencia energética de las finanzas del gobierno se transforma en un factor de vulnerabilidad creciente.


Aumento de precios, sueldos y falta de personal

La estrategia de incentivos y los incrementos en los sueldos establecidos por el gobierno para mantener el consumo nacional durante el conflicto han traído consigo consecuencias no deseadas. La inflación ha aumentado notablemente, forzando al Banco Central a incrementar significativamente las tasas de interés, que subieron del 7,5 % a más del 20 % en un período menor a dos años. Esta acción, si bien es crucial para controlar la subida de precios, ha llevado a un endurecimiento del crédito que podría desacelerar la actividad económica.

Asimismo, el despliegue de fuerzas militares ha intensificado la falta de empleados en áreas esenciales. Las autoridades calculan que será imprescindible sumar aproximadamente 11 millones de individuos al ámbito laboral para el año 2030, con el fin de equilibrar la brecha ocasionada por la guerra y el envejecimiento de la población. Esta disparidad en el mercado de trabajo no solo obstaculiza el repunte económico, sino que también pone en riesgo la capacidad productiva de la nación a medio plazo.

El sector bancario en aprietos

El sistema bancario ruso tampoco ha escapado a los efectos de la crisis. Los niveles de morosidad se han incrementado significativamente, y los préstamos de alto riesgo se acumulan en los balances de las principales entidades financieras. Aunque las cifras oficiales minimizan el problema, informes internos del sector alertan sobre una posible necesidad de rescate si la tendencia no se revierte.

El incremento de las tasas de interés ha impactado la habilidad de pago tanto de las empresas como de los ciudadanos, aumentando los riesgos sistémicos en el sector financiero. En este marco, varios banqueros han iniciado la coordinación de potenciales pedidos de ayuda estatal para prevenir un colapso más extenso.

Un modelo económico en jaque

La crisis actual revela las limitaciones de un modelo económico excesivamente dependiente de los ingresos energéticos y centrado en el gasto militar. La sostenibilidad fiscal y la estabilidad macroeconómica se encuentran comprometidas por una combinación de factores internos y externos, entre los que destacan la persistencia del conflicto en Ucrania, el endurecimiento de las sanciones internacionales, la caída de las exportaciones y los desequilibrios estructurales del mercado laboral.

Ante este escenario, aumentan las señales de que el Kremlin estaría dispuesto a considerar una salida negociada al conflicto, no solo por razones geopolíticas, sino por la necesidad urgente de contener el deterioro económico. No obstante, la magnitud del daño infligido a las estructuras económicas del país sugiere que, incluso si se lograra una desescalada militar, la recuperación requerirá profundas reformas y un replanteamiento del rumbo económico a largo plazo.

Inseguridad sobre el porvenir

El impacto acumulado de más de tres años de guerra ha dejado a la economía rusa en una situación de vulnerabilidad múltiple. Con un déficit fiscal descontrolado, una banca en riesgo, inflación elevada y perspectivas de recesión, los desafíos para el gobierno son crecientes. En este contexto, la presión internacional y los límites financieros internos podrían marcar un punto de inflexión en la política del Kremlin.

Las repercusiones del conflicto no se limitan al terreno militar, sino que también impactan los estados financieros, los hogares rusos y la confianza a nivel internacional. La economía rusa, que antaño alardeaba de estabilidad y reservas sólidas, se enfrenta ahora a una tempestad de proporciones históricas.

Por Alice Escalante Quesada